jueves, 26 de abril de 2012

34




- ¿Qué edad tienes?
- 34
- ¿34?... pensé que eras algo más joven
- Entonces soy demasiado viejo, ¿no?
- Yo no he dicho eso...

      -Silencio-

- Bueno, si estás incómoda lo dejamos y me voy. Tampoco es necesario estirar el asunto.
- No estiro, simplemente espero.
- ¿Esperas?, ¿qué esperas?
- Que me separases las piernas, pero... viendo que no lo haces tú, lo haré yo misma.

     Se levantó del sofá y se colocó ante él. Subiéndose la falda hasta tenerla completamente arrugada en su cintura, dejaba mostrar su sexo limpio y desnudo. No cubría ropa alguna su ser más íntimo, sólo un escaso hilo de vello, como una caminata de hormigas, ascendía desde su perfecto coño. Fue ahí cuando tomó su mano, con la palma abierta hacia arriba y con ella se froto una y otra vez, cada vez con más prisa, hasta llenarle la mano de su viscosidad más impura.

     Con delicadeza, llevó aquella mano a su boca. La beso, la lamió, la dejó hundir en el interior de su boca, mezclando los fluidos más excitantes de su cuerpo en un mínimo espacio.

- 34 años, pero tienes manos de niño.
- Quizá... conservo cosas de niño, pero sólo las manos.

domingo, 8 de abril de 2012

Imaginemos que estás aquí

Si te cogiera esta noche...


Si pudiera tenerte cerca amaneceríamos juntos, sudorosos y desnudos. Pero estás tan lejos ahora.
Me acercaría por tu espalda, para volcarte sobre la mesa y tocarte con ambas manos. Tú me pedirías mesura, pero seguramente, yo echara tus braguitas hacia un lado y te pondría húmeda sólo con mi roce.
Te conozco bien, y sé que separarías las piernas en el acto, dejando que tu coñito se abriese también, a lo que ayudaría yo con mis manos.
y ahí entraría, con violenta ternura, recreándonos en cada acometida. Tú, despojándote de tu camisa y de tu sujetador, yo, haciendo lo propio con mi camiseta y mis pantalones, sin dejar que el ritmo decayese.
Me encantaría correrme en esta postura, pero prefiero alargar el momento pues me encanta ver tus tetas rozándose contra el brillo de la mesa.


- Vamos a la cama -me dirás. Y allí te tumbarás boca abajo, luciendo ante mí tu culito tierno y suave.
Si queda algo de ropa, será el momento para alejarla de nosotros; fuera boxers, fuera braguitas, fuera medias... así me gustas... completamente desnuda.

Girarías tu cuerpo para ofrecerme tus pezones oscuros, endurecidos por el frío y el placer, para que haga comida de ellos.


Me encantaría tenerte aquí y poder hacer una mutua entrega de cuerpos. Y, ¿al final? Al final sentiría el enorme gusto que brotaría incontrolado. "Me corro, me voy a correr" -te diría; y tú dejarías caer tu espalda en la cama para que desplomase mi leche sobre tus tetas, y así lo haría: tus tetas, tu cuello, tu barbilla, tus brazos... cualquier sitio podría sufrir la caída de semejante embestida de lujuría.

Ahora no te tengo cerca, pero te sueño e imagino este momento cada día.

lunes, 2 de abril de 2012

Sé lo que te gusta


Te gusta mi polla. Lo sé. Te gusta ver las fotos que cuelgo por ahí. Las miras y las remiras. Pierdes la cuenta de cuántas veces tus dedos han terminado bañados entre tus piernas, en la incómoda silla que tienes frente al ordenador. Te gusta su forma, su tamaño, su grosor. Te gusta como huele, como sabe. Te encanta beber cuanto de ella sale, al principio poco, para acabar llenándote la boca y manteniéndolo en ella por un instante, para degustarlo, para calentar tu lengua, tu paladar, para poder mirarme a los ojos mientras lo dejas entrar garganta abajo y acontinuación juntar tu lengua con la mía. Dices que es suave, que nunca has acariciado una polla tan suave como la mía y la acaracias por igual con la mano, con la lengua, con tus tetas, con tus pies. Dices que es oscura y eso te excita más, pues te resulta excitante que esa parte escondida del cuerpo no sea blanquecina sino morena. Siempre que puedes detienes tu recorrido en "el escalón" para deleitarte tú y matarme de placer a mi. Disfrutas apretándola fuerte entre tus manos o entre tus pies. Abarcando toda tu mano. Opinas que tiene un grosor perfecto, hecho a la medida de tu boca y de tu coño.


Te gusta mi polla. Te encanta despertarla por la mañana, cuando aún la luz no atraviesa las persianas, y la tomas en tus manos, amasándola, como se amasa la plastilina entre las manos de un niño, enderezándola y haciéndola crecer. Incluso te gusta hacerlo teniéndola dentro de tu boca, para sentir así, como aumenta su tamaño mientras usas las manos para otros caprichos. Sé que te gusta.

Sé que hoy volverás a mirar mis fotos. Y volverás a acariciarte con la sensación de tenerla muy cerca de tu cuerpo. Y acabarás corriéndote entre convulsiones de gusto. Y encogerás tu cuerpo en cada una de ellas. Y te quedarás ahí, con el cuerpo muerto, derrumbado después de correrte, con la mano entre las piernas, sin querer sacarla para no tener que renunciar al placer de tu propio roce.

Pues sigue disfrutando de mi polla cuanto quieras. De su color, de su textura, de su grosor, de tamaño, de su olor, de su suavidad, de su forma. Sigue, porque sé que te gusta.