jueves, 5 de enero de 2012

Aún conservo tu sabor


Aún conservo tu sabor horas después de haberte paladeado como un exquisito postre prohibido. Fue un éxtasis volver a ver tu cuerpecito de ángel abierto para recibirme, con la inocencia de un ser limpio y la lujuría de un alma entregada de antemano a los infiernos.

Rozarte de nuevo con mis manos, intentando cubrir con ella cada uno de tus secretos mientras mirabas hacia el techo y respirabas compulsivamente, como si no hubiese minuto tras aquel minuto.



Tu sexo abierto es el paraíso húmedo al que quiero morir cada noche, cada mañana, cada momento. Suave, pequeño...perfecto. Dibujar sus formas con la lengua y arquear tu espalda como respuesta al estímulo. Te gusta empujar con manos mi cabeza, clavarla en ti y a la vez, apoyar tus pies sobre mis hombros, empujando con fuerza. Me adentras y me expulsas al tiempo. Tu piel se eriza con cada paso de mi lengua, arrastrándola sobre tu vientre rasurado de control, vacío de prejucios y plagado de imaginación.


Me gusta tu sabor. Me gusta mezclar los sabores de todo tu cuerpo. Y recordarlos como lo hago ahora.

2 comentarios:

  1. Suave, pequeño...perfecto....mmm...húmedo

    me gusta...un beso lento

    ResponderEliminar
  2. La dualidad puta-niña...
    Muy bien escrito.

    Suya afectísima.

    ResponderEliminar