martes, 27 de diciembre de 2011

Sin tregua


Ella no dejaba de jugar con su polla. Sin tregua, la hacía bailar entre sus manos, realzando su firmeza y dejándola desvanecer sin control. Sus pálidas mejillas se acercaban para ser acariciadas por aquel miembro, que se balanceaba a su voluntad.

- Quiero beberte otra vez -le dijo.
- No sé si voy a responder. Son casi las seis de la mañana... ya no puedo más.
- Tienes que aguantar -suplicaba al tiempo que apretaba su mano y la hacía subir y bajar con más ímpetu.


En un corto espacio, el silencio solo se rompía por el sonido de una piel húmeda, erguida, que, mimada por las tiernas manos de una joven comenzaba a izar, ensanchándose. La velocidad, que iba en aumento, era proporcional al deseo que en ambos iba despertándose.

Luego, la pasión.

- Estoy a punto otra vez... me vas a matar.

Todo su ser brotó de nuevo en el interior de aquella boca, que apretaba los labios rosados para no dejar escapar ni una sola de las gotas de su éxito.

Ahora, el sonido era el que producía su garganta al alimentarse del calor de él.


Luego,... el silencio

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