domingo, 6 de noviembre de 2011

El postre

Abrí la cerradura con aires de suficiencia, empujé la puerta y la invité a pasar. Me hizo un gesto con la cabeza y pasó al interior de mis cuarenta metros cuadrados. Dio cinco o seis pasos, yo detrás la vigilaba, cuando se giró mirándome a los ojos. Después observó el entorno, parecía una interesada compradora y yo un vendedor de pisos. Me preguntó por el baño. No había posibilidad de perderse en aquel zulo, "esa puerta es"- le dije señalando con el dedo a una puerta cerrada, justo a su derecha. Al momento de entrar, volvió a abrir la puerta y con tono juerguista me preguntó:
- ¿Es que no piensas entrar?

La ducha fue una auténtica fiesta. Follamos como enamorados en aquel hueco, yo nunca había aguantado tanto y ella ya estaba exhausta.
- Yo me terminaré - le dije - pero no apartes los ojos de mi polla... quiero que veas cómo me corro.
Fueron necesarias apenas cinco o seis sacudidas para notar como me iba a reventar. Sin tiempo a decir nada, ella se arrodilló ante mi, acercó sus labios entreabiertos a mi polla y me dijo

- Ahora, el postre, nene.

1 comentario:

  1. mmmm....Me gusta tus cuarenta metros cuadrados.

    Si me lo permites, paso y me acomodo.....un beso

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