martes, 21 de febrero de 2012

Unas fotos

Acabábamos de echar un grandioso polvo que me había dejado medio muerto en tu cama cuando regresaste picarona con aquella cámara digital que compramos en el viaje a Salamanca.

- ¿Nos hacemos unas fotos?


Yo estaba aún tumbado boca arriba, notando que respiraba con dificultad y con la barriga llena de mi propia leche.
- Mira como estoy -le dije señalándola.- Tú y tu manía de de me corra siempre fuera.
- Es que me gusta verlo...
- "...es que me gusta verlo." Pásame el papel, vamos a quitarla por lo menos. Y comencé a secar toda la zona de mi vientre de mi líquido pringoso con el papel higiénico, justo ahí, encendiste la cámara y empezaste a enfocar. ¿Pero qué haces? -fue mi reacción.

Ella se acercaba, le gustaba hacer fotos desde cualquier ángulo.

- Como me ponen tus huevecitos - decía mientras fotografiaba con una mano y con la otra los acariciaba con fuerza.

A mí, el empalme se me había ido hacía unos minutos, pero sabía que con semejantes caricias, mi polla volvería a levantarse sin demasiado esfuerzo. Ella siguió con su juego. Se separaba los labios del coño y enfocaba. Tenía un clítoris dulcísimo y sabía cómo enredar con sus dedos para que alcanzara un bonito color para la fotografía. Desde cualquier ángulo era capaz de disparar seis o siete veces seguidas. Disparaba, miraba, repetía, miraba....


Me animé a participar y tomé la cámara, se tumbó y le dí la vuelta sobre las sábanas de color granate. Su culo era perfecto, ella lo sabía y, además era consciente de mi predilección por esa zona y por el jugueteo anal, por eso no dudaba en separarse con ganas los cachetes y dejar tenso su lindo agujero. Fotografiaba su culo abierto, a medio abrir, con un dedo mío en su interior, con un dedo suyo... con un dedo de cada uno penetrándola por detrás... Volvió a girar sobre si misma.

Sus tetas endurecidas se mostraban apuntándome, requiriendo mi atención y, mientras yo me colocaba a horcajadas sobre ella y disparaba mis flashes sobre sus preciosas tetas, ella manoseaba mi polla y mis huevos, se lamía la mano y volvía a atacar.

- ¡Cómo me has puesto otra vez, cabrona! -solté la cámara sobre la mesita de noche y agarré con dureza la base de mi polla para dirigirla otra vez a su coñito, recién rasurado mientras ella volvía a colocarse boca abajo.- Te voy a follar porque me has puesto malísimo.


- Pues fóllame... -extendió su mano y recuperó la cámara.- ...Ya verá alguien nuestras fotos.

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