viernes, 15 de junio de 2012

Ahora me vas a escuchar



No comprendo por qué te ruborizas tanto cuando recuerdo niustros días y te hablo con naturalidad. Dices que soy muy bestia, muy bruto al halar de aquéllo y no entiendo tanta pulcritud por tu parte cuando fuimos igual de animales los dos. Pero ahora, que sé que estás leyendo ésto, me vas a escuchar, palabra por palabra. Por cada cosa tiene su nombre y un coño es un coño aquí y en la China.

Porque sí, porque aunque pasados los años nos pueda sonrojar, te diré que jamás probé un coño como el tuyo. ¿Te asusta escucharlo?, pues es así. Era perfecto, pequeño, tan suave... y sabes lo que me gustaba. Como tus tetas. Y digo tetas porque para ti la palabra "pechos" era muy cursi. Pues eso. Nunca tuve en mis manos y en mi boca unas tetas tan grandes y tan bonitas, con aquel sabor a sal de la playa. Recuerda, y no te escandalices, cómo me aprtabas la cara contra ellas para que te las comiera y te mordiese los pezones rosados. Tú tan blanca y yo tan moreno... que mira que te gustaba el detalle de "estar moreno entero" porque no piso una playa textil desde hace años.

Y aunque te sonroje lo diré, porque sé que lo estás leyendo y en el fondo lo estás disfrutando. Nadie, repito, nadie, me ha comido la polla como tú. Era genial correrme en ella al tiempo que apretabas los labios para que ni una gota de mi leche saliese de ella y lo que me decías...¿no lo recuerdas?... "quiero beberte toda la vida".


Y las escapadas a tu casa los martes por la noche, al salir de la Facultad, llegaba sudando de tanto correr y siempre querías follar antes de dejar que me duchase, porque "te ponía mi sudor".

Sé que tienes buena memoria, tu memoria y tu belleza te han abierto muchas puertas, por eso sé que recordarás cada instante, como el día que te pedí hacerlo por detrás y no tú no quisiste porque "eso no es amor". Lo peor es que sé que sigues sin hacerlo así, porque tu maridito me lo ha contado. Lo que él no sabe es que yo te tuve mucho antes que él y que seguro que mejor que él, porque estamos muy enamorados, pero ahora parece que te averguenzas.

Antes no te avergonzaba pedirme cosas. Tú y tu fetichismo. Morías porque te comiese los pies y llegabas a correrte con mi lengua entre tus deditos. Y te gustaba jugar con tus pies por mi polla y por mis huevos.



Ahora, que parecía darte verguenza que te viese en bikini el fin de semana pasado, pareces tan recatada... y olvidas el día que me explicaste cómo enjabonarse sin esponja y disfrutabas viendo como me empalmaba solo con mirarte frotar una y otra vez tus tetas con las manos llenas de gel.

Espero que no me olvides... que no me consideres un animal por llamar los cosas por su nombre. Puede ser preciso, pero no bestia.

Bestia eras tú cuando follábamos, y gritabas, y me marcabas y me apretabas con las piernas y te gustaba ser salvaje. Eso sí es ser bestia, lo mío no, amiga. Lo mío, no


2 comentarios:

  1. No creo que pueda olvidar momentos así, la verdad. Comprendo que fuera bestia.

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  2. Esas cosas no se olvidan nunca. Es más, aunque te haga sonrojarte el recordarlas, se echan de menos toda la vida...

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